Derrota en Cádiz en un partido loco (3-1)
Cuatro goles, un penalti fallado, una expulsión y un CD Mirandés que mereció más.
No arrancaron las cosas bien para los jabatos, que en el minuto 5 de partido ya se veían uno abajo en el marcador. Golazo de Climent que llegaba desde atrás para poner, desde el pico del área, un pase atrás en la misma escuadra. 1-0. Y a remar.
Lo cierto es que fue un inicio de partido de desconcierto rojillo. Incapaces de encontrar su juego se veían sometidos por el Cádiz CF que había salido a morder. Combinaban bien y rápido. Y en la presión, asfixiaban.
Pero tras quince minutos de dominio, apareció el CD Mirandés. Penalti a favor de los de Lisci. Un penalti que, sin embargo, adivinaba David Gil a Panichelli. Y el castigo se duplicaba cuando Sobrino, tras un paradón de Raúl Fernández a Carlos Fernández, empujaba sin oposición. Era el minuto 27. 2-0 en el marcador y, realmente, la sensación era de demasiado castigo. Porque estaban siendo los mejores minutos de los jabatos que, ahora sí, jugaban de tú a tú al Cádiz en el Nuevo Mirandilla.
No se iban a rendir. Eso lo sabe cualquiera que haya visto esta temporada a este equipo. Por difícil que parecía la tarea si mirabas el electrónico. Y quién si no, por justicia poética, iba a encontrar la recompensa. Panichelli. Segundo palo. Tras un segundo córner consecutivo. Creer, creer y creer. En ese balón que parecía ya muerto. No para él. Se adelantaba en la pugna con Víctor Chust para evitar el despeje y empujar con la punta de la bota al fondo de las mallas. 2-1. Jugadores a vestuarios. Primer asalto.
Guion más pausado de encuentro en el inicio de la segunda mitad. Tanteo inicial, aunque pronto el Cádiz CF se quedaría con un jugador menos por la expulsión de Moussa Diakité. Roja directa por una entrada sobre Gorrotxa.
Pero, aunque con uno más, al CD Mirandés le costó volver a encontrarse cómodo. No sufría atrás -tampoco lo hizo en demasía en la primera mitad pese a encajar dos-, pero le costaba encontrar ocasiones reales de peligro. Pudo empatar Ander Martín en el 60, con un disparo que dibujó una rosca preciosa a la escuadra del palo largo, donde estaba David Gil, que se empezaba a aupar como héroe de la noche.
Inicisivo Iker Benito desde su ingreso en el campo, era quien más lo intentaba por la izquierda, desbordando y tratando de encontrar la asistencia en el área. Centros colgados, rasos, balones divididos… todo era de David Gil, el guardameta cadista.
Y entre tanto envite fallido, un córner a favor del Cádiz CF ponía tierra de por medio. Víctor Chust remataba en el primer palo casi de espaldas y colaba el cuero en la portería de Raúl.
Restaban quince de encuentro y la remontada se presumía aún más heroica que nunca. Esta vez imposible. El marcador no se movió más.